Hoy en día estamos viviendo una situación difícil. El coronavirus tiene a toda la población preocupada por la salud. Y no solamente por la salud sino por las implicaciones económicas que se avecinan.

Muchos de mis conocidos y familiares ya comienzan a vivir las implicaciones económicas. Unos han comenzado a comprar costales de arroz y frijol, no por acaparar sino como preparación para enfrentar la falta de ingreso que se avecina. Un amigo cercano lleva un mes sin trabajo y ha tenido que proveer con trabajo esporádico para su esposa e hijos. Escuche de ministerios cristianos en Estados Unidos que han tenido que despedir a sus trabajadores debido a la tormenta económica que se esta viviendo.

Mi corazón se entristece al escuchar que hay familias que están luchado para conseguir el sustento, y me preocupan mucho los meses siguientes. Sin embargo, un amigo mío hizo el siguiente comentario:

“No debemos estar preocupados, no por que tengamos dinero, o esto o aquello, sino porque tenemos a Dios

Y citó el siguiente pasaje:

El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. El te librará del lazo del cazador, De la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya.  … Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación.

Salmo 91:1-6, 15-16 (RVR60)

Que gran consuelo nos da la palabra en esta difícil situación que estamos viviendo. Si crees en Dios, si habitas al abrigo del Altísimo, si moras bajo la sombra del Omnipotente, si confías en el no tienes nada que temer.

La solución a nuestra angustia no está en nuestra estabilidad económica o en nuestras reservas, por que todo ello se puede esfumar de nuestras manos en un abrir y cerrar de ojos. La solución a nuestros temores y angustias está en habitar al abrigo de Dios y confiar en Él y no en nosotros.

 

Te invitamos a escribir un comentario al final de esta página. Y si te gusto la publicación, compártela en tus redes sociales utilizando los botones de compartir.