Poco tiempo después de que nos casamos Iván y yo escuchamos sobre este método de educación en el hogar. Después de considerar, pensar y orar en esto decidimos educar en el hogar aun cuando no teníamos ningún hijo. El motivo principal por el cual decidimos hacer este método fue para poder enseñar a nuestros hijos acerca de Dios. Enseñándoles lo que Él dice por medio de su palabra (La Biblia).

Y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.

Deuteronomio 6:7 (LBLA)

Con el tiempo hemos podido ver muchas otras ventajas que nos ha traído a nuestra vida esta gran aventura. Los niños se enferman menos, comen cuando necesitan y lo que necesitan, podemos controlar los comportamientos y actitudes que tienen. Y sobre todo aprendemos no solo de lo académico, sino que aprendemos de la vida diaria mientras trabajamos en la casa y los quehaceres cotidianos.

David lavando los trastes.

Noemi y Lidia cortando las verduras para la comida.

Jeremías licuando el jotomate para el arroz.

La verdad esto ha sido una decisión que nos ha llenado tanto y al mismo tiempo ha sido muy gratificante. Pero la verdad no todo es miel sobre hojuelas. Siendo sincera es un trabajo que jamás imagine que haría, también ha sido un reto muy grande y que me ha probado en muchas áreas de mi vida y también me ha hecho dudar más de una vez. Cuando comencé a enseñar a Jeremías (Nuestro hijo mayor) no me di cuenta de el gran reto al que me enfrentaba y conforme han crecido en edad y han aumentado el número de alumnos el reto ha sido más y más difícil. Sin duda más de una vez he dudado de mi capacidad de enseñar a mis hijos. Pero cuando recuerdo cual es mi motivo de edúcalos en casa, le pido al Señor que me fortalezca para no darme por vencida en esta gran tarea. En muchas ocasiones he tenido que cambiar drásticamente la manera de trabajar. Pero Dios ha sido fiel conmigo y con mi familia. Muchas veces cuando hemos estado en situaciones difíciles o días en los que las cosas no van bien hemos tenido que para y tomar tiempo para ver lo que Dios nos enseña, rendir nuestro mal comportamiento a Él y sobre todo orar para que Él nos transforme y cambie nuestras malas actitudes.

Jeremías y David haciendo clase con Iván.

Jeremías le trajo una manzana a la maestra.

Davíd estudiando.

Noemi en su clase de Biblia.

También hemos tenido días en los que las travesuras ha sobrepasado los límites y hemos tenido que concentrarnos en resolver los problemas pidiendo la misericordia de nuestro Dios todopoderoso.  En esos momentos cuando todo se ve más difícil es cuando Dios nos ha mostrado su mano protectora. Él nos ha enseñado a confiar aun en esos momentos. Y los niños han podido aprender como Dios nos protege todo Él tiempo incluso cuando las cosas no salen como nosotros esperamos. Le agradezco tanto a Dios que a pesar de mis imperfecciones Él ha sido fiel y he podido ver como está obrando en la vida de mis hijos. Otra cosa que agradezco a Dios es que mi esposo siempre está al pendiente escuchándome, enseñándome, dándome consejos, he incluso ayudando con las clases cuando se necesita.

Jeremías metió el dedo en una tapa y se le quedo atorado.

Lidia agarró las pinturas de mama y se puso a jugar al maquillaje

Haciendo clase en el comedor mientras mamá prepara la comida.

Lidia cuidando a su hermanito Samuel mientras los demás terminan clase.

 

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